sábado, 9 de agosto de 2008

Poder de la Monarquía



Los reyes carolingios no lograron defender a su pueblo ante la invasión de los barbaros, por lo que pronto los caminos se transformarían en lugares muy peligrosos y las ciudades debieron amurallarse.
Tampoco hubo un ejercito estable, pues los reyes de la época acostumbraron a pagar por servicios militares específicos, mediante la entrega de tierras.
Cuando ya no hubo terrenos que repartir, las tropas se dividieron en pequeños grupos que obedecían a los líderes locales, dejando a un lado la antigua exclusiva subordinación al rey.

Fué así como aquellos líderes se transformaron en especies de monarcas de un pequeño Estado y aquel poder se fue concentrando en sus familias, una vez que lo heredaba un pariente.

En sus palacios, los hombres y mujeres de las aldeas cercanas encontraban el refugio que necesitaban ante una invasión. A cambio, los señores exigían obediencia.

Poco a poco, el rey perdió autoridad y su gobierno se transformó en algo así como un Estado feudal, donde el rey era el primero de los señores, el jefe de todos los propietarios de los feudos, pero su autoridad se ejercía solo de modo feudal, es decir, condicionada por el contrato de vasallaje.

Asimismo, la autoridad real no se extendía por todo el reino, pues su gobierno abarcaba las tierras llamdas realengo.
Los señoríos, a su vez, eran tierras gobernadas por los señores feudales.
Como se puede apreciar, no existía una administración común ni tampoco hubo impuestos o justicia general para todo el reino.

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